El primer problema que se busca resolver con la integración es comunicar el software A con el B mediante la homologación de sus códigos.
El segundo obstáculo a superar es integrar procesos, sin importar los sistemas que se usen. Los procesos deben ser transparentes, más allá de los códigos comunes. Con ese propósito, la empresa desarrolló un producto, a través del cual se pueden “mapear” los procesos, independientemente de las herramientas que estén interviniendo.
El tercer escollo a eliminar es la integración de la información. Además de que el software y los procesos estén integrados, es preciso que los directores tengan esa información en su mesa. Con el objetivo de poner disponible los datos de los diferentes procesos en un lugar único, se crea el portal de la empresa. De ese modo, el personal no tiene que entrar a las aplicaciones individuales para ver sus resultados.
El último paso de la integración se refiere al manejo productivo de los datos con los que se cuentan. Para la empresa, el final de la colaboración está englobado en su solución de Business Intelligence, que es una base de datos que captura la operación de todos los sistemas en una herramienta única de información, en tiempo real. El enorme énfasis que ha puesto la empresa en la integración se ha convertido en su ventaja competitiva.
Otra de sus ventajas competitivas es, sin duda, la velocidad del ERP para salir de la crisis. El pasado mes, la firma de este ERP estaba al borde la quiebra; ninguno de sus potenciales clientes querían escuchar las ventajas de sus nuevos productos y la competencia pensaba que ya era uno menos. Sin embargo, en esta era de competencia (una mezcla de colaboración y competencia), las firmas de software integrador tendrán que acostumbrarse a tomar en cuenta a la empresa de ERP.
Tres consultores ingleses describieron la implementación de un ERP como el equivalente a hacerse un tratamiento de conducto: es muy doloroso; es caro y a veces es preferible no hacerlo, aunque los especialistas digan que será mejor.
El ERP es un hueso duro de roer y a través de los años hay una buena cantidad de proyectos fallidos. Muchos de estos pueden atribuirse a fallas en uno o varios de los siete hábitos para una implementación exitosa. Se trata de hábitos porque muchos de los problemas subyacentes están relacionados con dificultades para afrontar cuestiones culturales dentro de la organización.
Las personas están acostumbradas a trabajar con métodos viejos y quieren continuar con esas formas. Están habituados a trabajar con datos inapropiados, fechas inválidas del sistema y otras ineficiencias. Mucha gente prefiere la informalidad a la formalidad. Tienen ciertos vicios. ¿Por qué cambiar estos hábitos a esta altura de la vida?
La implementación de un ERP trae consigo la necesidad de adoptar mayor formalidad en el trabajo y la adhesión a más procesos de los que la gente está acostumbrada. La verdad es que el mundo es más global, más competitivo y cambia muy rápido. Y en este contexto las empresas necesitan integrarse tanto en los negocios como en los países, industrias y culturas para poder sobrevivir.